Erase
una vez una joven chica que vivía con su padre, dos
hermanastras y una madrastra en una pequeña casa en la periferia de Milán. Esta
chica se llamaba Margherita y tenía
un bonito pelo largo y rubio. A Margherita no le gustaba la vida que era
obligada a vivir porque odiaba a las dos hermanastras . Su padre Paolo se casó
con Carmen cuando ella tenía ya dieciséis anos y esta mujer tenía dos hijos que
eran oportunistas, egoístas y pérfidas. En efecto la vida de la pobrecita no
fue siempre simple y feliz. Le gustaba muchísimo estudiar y para pagarse la
universidad tenía que trabajar en la florería de la madrastra. A pesar de que
siempre debía trabajar durante la noche era una buena trabajadora. Sus tareas
eran: limpiar toda la tienda, arreglar y regar todas las flores y los
ramilletes y preparar todo para el día siguiente. A Margherita le gustaba mucho
su trabajo porque desde pequeña le gustaban las flores, en particular las
margaritas.
Un día cerca de las vacaciones de Navidad, un chico que estudiaba en la misma
universidad de la chica , organizó una fiesta maravillosa. Todos los jóvenes fueron invitados , también Margherita y sus hermanas
Carla y Mara. ¡ Margherita estaba
muy emocionada por la fiesta porque amaba mucho bailar! Cuando les preguntó a
sus padres si podía ir a la fiesta, su madrastra dijo; “ Tienes que trabajar
esa noche. Siempre dices que necesitas dinero para estudiar…¡entonces
trabaja!” La pobrecita lloró toda la noche y luego tuvo una idea: habría ido a
la fiesta hasta medianoche y luego habría trabajado para recuperar el tiempo.
Obviamente sus hermanastra pudieron ir. Su amiga Tamara le dio un maravilloso
vestido azul con blanco, largo hasta el piso y lleno de brillantes. ¡ La
tarde de la fiesta Margherita era guapísima! Se ató el pelo en una trenza y se
puso una guirnalda de margaritas amarillas. Durante la fiesta la chica encontró
a un chico guapo. Apenas los mirados se cruzaron fue amor a primera vista. El chico
era guapísimo: tenia ojos verdes, pelo negro y una piel trigueña. Margherita y
el chico bailaron toda la noche hasta cuando ella se dio cuenta que era casi
medianoche y tuvo que correr sin poderlo saludar. (...)
Un día cerca de las vacaciones de Navidad, un chico que estudiaba en la misma universidad de la chica , organizó una fiesta maravillosa. Todos los jóvenes fueron invitados , también Margherita y sus hermanas Carla y Mara. ¡ Margherita estaba muy emocionada por la fiesta porque amaba mucho bailar! Cuando les preguntó a sus padres si podía ir a la fiesta, su madrastra dijo; “ Tienes que trabajar esa noche. Siempre dices que necesitas dinero para estudiar…¡entonces trabaja!” La pobrecita lloró toda la noche y luego tuvo una idea: habría ido a la fiesta hasta medianoche y luego habría trabajado para recuperar el tiempo.
Obviamente sus hermanastra pudieron ir. Su amiga Tamara le dio un maravilloso vestido azul con blanco, largo hasta el piso y lleno de brillantes. ¡ La tarde de la fiesta Margherita era guapísima! Se ató el pelo en una trenza y se puso una guirnalda de margaritas amarillas. Durante la fiesta la chica encontró a un chico guapo. Apenas los mirados se cruzaron fue amor a primera vista. El chico era guapísimo: tenia ojos verdes, pelo negro y una piel trigueña. Margherita y el chico bailaron toda la noche hasta cuando ella se dio cuenta que era casi medianoche y tuvo que correr sin poderlo saludar. (...)
El chico no podía dejarla ir así la siguió hasta la florería; una vez allá le pidó explicación a Marguerita.
RispondiEliminaElla no sabía si inventarse una excusa o si dirle la toda la verdad, pero ya amaba demasiado a aquel chico por dirle una mentira; Marguerita le contó toda su vida: de su madre, de su madrastra, de sus hermanastras y sobretodo de su trabajo.
El chico oyendo esta historia se preocupó mucho por ella y para veerla mas feliz le hizo la propuesta de ir a vivir con él en su apartamento para no tener que estar con aquellas personas malas.
Asì hicieron y de aquella vez Marguerita fue siempre feliz de su vida
Muy bien Laura por tu cuento y Debora por tu trabajo!!!
RispondiEliminaUn saludo,
Liliana